A
R.
El otro día te vi.
Ibas con ese señor que adopta tono paternalista contigo, pero que no es tu padre.
Pensé en no deciros nada, pero nos vimos frente a frente, no había opción.
¡¡ Pero, cómo es la vida a veces !!.
El señor que te acompañaba, interpretó a la perfección mis gestos.
Sin embargo, tú me miraste directamente a los ojos, y dijiste:
- ya no te veo, ya no me dejan verte
A mí se me hizo un nudo tan gordo en la garganta que no te pude decir:
- Te echo de menos.
Me abracé a mí misma. Hacía frio.
Terminé de cruzar el puente.
Ni siquiera pude pensar, sólo andar.
Cuando llegué a casa, no pude parar de llorar.
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4 comentarios:
Uff, qué duras son esas conversaciones silenciosas. Como si un arma punzante te partiera en dos mitadas el corazón. Tú lo has expresado a la perfección, y yo lo he sentido contigo
Un beso y un abrazo muy fuerte
Abrazada a mí misma, siento frío, y no puedo parar de llorar. Por las conversaciones que no fueron y las palabras que no se dijeron, por lo visto en el fondo de la retina que fue negado hasta tres veces ó más, por lo que te echo de menos aún, ante mi asombro.
Qué nostálgica quedo!
En efecto: ¡Cómo es la vida a veces!
No nos dejar ver a quienes a lo que queremos.
Entonces nos quedamos abrazados a nosotros mismos.
Besos.
Permíteme que te me abra hueco en tu abrazo para, sin mediar palabra y en silencio, pedirte que no llores más.
Besos
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