Cuando le pides perdón a alguien -y lo haces sinceramente- significa que te has detenido a pensar en cómo puede haberse sentido esa persona por algo que tú has dicho o hecho. Cuando te detienes a pensar en los sentimientos de otra persona, empieza a saberte mal tu comportamiento. Y, si has hecho algo que sabías que estaba mal, es posible que hasta te avergüences de ello.
Incluso aunque lo que ha ocurrido haya sido un accidente o lo hayas hecho sin querer, probablemente te seguirá sabiendo mal haber herido los sentimientos de otra persona. Después de disculparte, es posible que te sientas un poco mejor (lo que probablemente también le ocurrirá a quien reciba tus disculpas). Cuando una persona pide disculpas con tacto, lo más probable es que se sienta mejor por haber intentando arreglar las cosas.
3 comentarios:
Y si no fuera por el estúpido orgullo, las disculpas sinceras podrían solucionar cientos de problemas cotidianos... qué burros somos!
seguro querida mía..un beso.
Lo bueno de pedir disculpas es descubrir lo fácil que resulta arreglar malentendidos y mejorar la mutua comprensión.
Besos.
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