ConValecenCia PsiCoLóGicA

Aquel beso de mi vida me enseñó a desear el infinito. Floté en la eternidad, lo reconozco. El tiempo se paró. Después se puso en marcha de nuevo, pero el mundo, mi mundo ya había cambiado. En ese instante, me transporté a otro sitios sin contexto, sin tiempo, sin mí. Conmoción y dulzura no parecen sensaciones compatibles, pero entonces lo fueron, y el mundo entero desapareció, o eso creo, porque no recuerdo nada. Supongo que mi cerebro empezó a cambiar, y fue empapado así, sin más, por un baño de oxitocina. Las señales invadían a todo mi cuerpo. Era evidente que el deseo habitaba en mi.
La ansiedad positiva, y mi mirada viva reflejada en tus ojos, hicieron que perdiese la memoria, lo reconozco también.

Hoy, ya no eres tú quien me besa,
...quizás, porque perdí la memoria.