Mary es una abuelita fantástica de 80 años, que acaba de venir de la INDIA. Ella es argentina, y por muchos motivos, se ha convertido en un gran referente en mi vida. El caso, es que, ella, MARY, la argentina, con el más porteño de los acentos me contó una historia que me ha hecho pensar.
La historia dice lo siguiente....
Érase una vez, un papá y sus tres hijos, que andaban caminando por la playa. Al papá le gustaba llevarse a sus tres hijos a pasear a la orilla del mar. Allí se descalzaban, y se contaban miles de cosas, con lo que el papá podéis imaginar llegaba más que orgulloso de su paseo.
Bueno, pues resultó que un día, que andaban conversando tan tranquilamente por la orillita del mar, uno de sus hijos, el más chiquito, gritó: - mirá pa, un pingüino. El papá no daba crédito a lo que veían sus ojos. Al principio pensó que eran una pavada de su hijo, pero luego, vio algo negro que estaba cubierto de petróleo y que apenas se movía. Se acercó hacia donde estaba su hijo, y el "bicho" sospechoso, y descubrió con asombro, que era un pingüino, que empetrolado había llegado a MAR DE PLATA.
Los niños estaban entusiasmados y por supuesto rogaron y rogaron al papá que les dejase llevárselo y que lo curase. El papá, aún anodado no pudo negarse, así que marcharon para casa con el pingüino, al que lavaron, acicalaron y le pusieron por nombre PEPE.
Pepe, estvo un tiempo en casa de los niños, hasta que una vez recuperado del todo, el papá dijo que había que devolverlo al mar, pues es allí donde pertenecía y donde debía estar. Os podéis imaginar como lloraban los niños y como suplicaban a su papá quedarse con PEPE.
El papá una vez más hizo de tripas corazón y aunque comprendía el dolor de sus hijos, llevó a PEPE y a los niños a la playa, como tantas otrass tardes, y allí se despidieron deL PINGÜINO.
Los niños le hablaban y le decían adiós entre sollozos. PEPE los miraba sin comprender, hasta que le rozó la ola, y entonces se giró sin previo aviso y se introdujo raudo y veloz en el agua.
Los niños lloraban desconsolados, mientras el rastro de PEPE se borraba.
Aún ahora, estos niños, que son ahora papás, van a la misma playa, y al mismo lugar donde PEPE entró en sus vidas, e intentan explicarle a sus hijos, lo irracional de la vida, lo natural al fin y al cabo, porque cada uno debe seguir su curso, a pesar del "chapapote" aunque eso suponga ir contra-corriente.
6 comentarios:
Es muy bonito. A veces somos niños y otras somos el pinguino. C'est la vie...
Un saludo
rauda y voraz pasa la vida...es ese el mar?...sigamos nsdando hacía el horizonte..besos
Sabia Mary.
Está claro que cada uno debe seguir su curso
Besos
Uno no puede dejar de escuchar nunca estas historias. Que nos lleguen y nos hagan pensar es lo verdaderamente maravilloso de la vida.
Me quedo pensando yo también
Un beso fuerte
Uf! me he puesto a pensar en que los hijos son esos "pingüinos". Y hoy, día de la madre en Argentina, me quedo reflexionando cuando mi Zoe chapotee como Pepe y marche, tal vez a su Barcelona natal .... Salut Dulcinea, siempre un placer leerte.
Si , las cosas deben seguir su cuso natural..
(y ya no pongo mas porque es la tercera vez que intento meter un comentario en este post...el primero me quedo muy bien , de veras )
Preciosa historia .Un beso
Publicar un comentario