Pepito Grillo

Aunque asumamos el mandato o mantra de mejorar continuamente nuestro perfectible perfil, obvia y quizá afortunadamente nunca dejaremos de ser, por humanos, imperfectos: unas veces para bien, y casi siempre para mal.

En todos nosotros, suele habitar un fiel compañero (me refiero a un habitar de habitar, nada de sentidos bíblicos ni cosas de esas) al que mundialmente se le conoce bajo el seudónimo de “Pepito Grillo”, (luego ya cada uno, le ponemos un nombre propio, pero así…la nomenclatura archiconocida es esa) que nos habla en los momentos más inoportunos. Los Pepito Grillo critican reflexionan, meditan, analizan, y a veces nos indican hasta la solución o la opción que debemos tomar. No obstante, sucede en muchas ocasiones que lo que Pepito nos dice, y lo que nosotros queremos no coincide ni de coña, y es entonces cuando digamos que lo mandamos a dormir un ratito, ¡al rincón de pensar¡ , para que así reflexione acerca de las moscas cojoneras por ejemplo. Pero como aquí el amigo, hace horas extras y no se suele coger vacaciones, pues claro, está muy sensible y entonces ante estas situaciones en las que se siente ignorado, se enfada, motivo por el cual, se pasa días sin hablarnos, hasta que por algún motivo, sucede alguna cosa o alguien sin proponérselo dice algo que le despierta, y entonces se levanta aunque más calmado, (acordaos que se había ido al rincón de pensar) con muchas más energías y mala leche. Y …

Bueno, esta es mi historia de hoy, pues resulta, que estaba yo tan contenta, cuando alguien a quién quiero mucho, ha despertado a mi adormilado Pepito Grillo. La situación ha sido de lo más trivial, pues bajaba yo las escaleras tan ricamente, con la sonrisa de los viernes (yujuuuuuuu mañana no hay cole…¡¡) y entonces, el disperso sonido de unos estímulos auditivos se ha colado hasta mi cerebro, y enseguida lo he oido, y yo que me iba rápido rápido, porque ya era viernes, me he parado en seco, durante unos segundos, y he pensado…joder es verdad¡.

Y desde ese momento, el Pepito Grillo no para de echarme sonrisitas y para más INRI, va ganándome terreno como si fuese Napoleón, así a lo grande,¡ a conquistar mi cerebro¡.

¡Yo que andaba tan convencida de que había actuado de puta madre¡, y va y resulta que igual no he estado tan fantástica, ni tan sublime como yo me he creído, puesto que…ciertamente he ido a ganar en vez de a jugar, y aunque tampoco me arrepiento de nada, sí creo que podría haber enfocado el tema desde otro punto de vista, y nos hubiésemos evitado alguna que otra víctima, o comentario desafortunado, que aunque dicho sea de paso, se lo tenía merecido, tampoco es cuestión de crecerse en según que situaciones, ¿no?. Si es que… Pepito, me has dejado sola frente al peligro, y ahora me tengo que cagar en ti mil veces.

¡ Cómo me jode que sonrías¡.