La HorA dEliRanTe

Llegaba a casa. La canción de Sabina, esa de "peor para el SOL...", sonaba en mi coche. Giré la cabeza para asegurarme que no venía nadie por la derecha, y entonces te vi. Tú ya me habías visto, y me sonreíste. Sin quitarte las gafas de sol, te acercaste a mi ventanilla, y me dijiste:
- ¿me invitas a subir?-
Ni te contesté. ¿crees que había alguna posibilidad de que te dijese que NO?.
-Te aprovechas de mi debilidad- pensé al tiempo que te abría la puerta de mi coche primero y la de mi casa después.
Subíamos en el ascensor, sé que mis ojos me brillaban, vi el reflejo en los tuyos y entonces me vino una idea de esas delirantes a mi cabeza que me vienen con frecuencia cuando me siento amenazada- joder¡¡, menos mal que voy depilada-pensé- yo sola me reía, reconozco que soy lo peor en esos momentos, pero es algo que siempre pienso, de hecho si voy al monte o algún sitio donde hay riesgo de romperme una pierna (más riesgo del habitual claro), siempre lo pienso- como me caiga, les digo que al hospital ni de coña, primero a mi casa a depilarme- jajaj, ya ves tú, la de tonterías que pasan por mi mente a la velocidad del rayo.
- Abrí la puerta, y practicamente ni me dejaste colgar la chaqueta. Me cogiste con fuerza de la cintura y me empotraste contra la pared. A partir de ahí, impaciencia con los botones, olor a ti y, allí donde acaban mis caderas aparecieron una serie de contracciones y dilataciones que sin yo proponémelo me llevaron irremediablemente al éxtasis.
Mis vecinos aún tienen que estar aplaudiendo, y seguro que el abuelito del tercero se ha ido a comprar un bote de viagra.
Ahora, como diría LOQUILLO, estoy aquí sentada, pero ni en un viejo cadilac ni mirando a la ladera del tibidabo, sino recién despierta de mi siesta merecida, y pensando que ya es muy tarde para según que planes.