Empezaron a verse con más frecuencia. Casi siempre salían a dar paseos, pero casi de forma inevitable siempre recalaban en la playa. A él le encantaban las olas cuando chocaban en el mar. Era experto en fotografía de paisajes y tenía un buen equipo: Reflex de 35 mm, dos trípodes, filtros, teleobjetivos. Conocía profundamente la luz, el aire, los reflejos del agua, pero la vida no le interesaba mucho después de los negativos. Sin embargo, se interesó por ella, por sus estudios, su profesión, su familia. De cada respuesta, de cada gesto, sacaba una foto, hasta que consiguió su retrato en sepia.Ella día a día, estuvo representada sin estar presente, dejando de manifiesto su estatus.ÉL no daba crédito, cuando ella tropezó con él por casualidad aquella mañana. Se le cayó el carboncillo que llevaba en las manos, y sólo acertó a decirle...- tengo tu foto-
jueves, mayo 03, 2007
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10 comentarios:
Ufff....conocer la luz y los filtros es una escuela estupenda para mirar dentro de los demas...
B x C
Está claro que un buen retrato exige mucho más que una buena cámara.
Besos
Sólo unos pocos tienen este arte.
Un beso
Sencillo y precioso.
El consiguió su retrato y ¿ella lo consiguió a el?
Cierto.. sólo unos pocos tienen ese arte. ¿Os complementáis?
A veces has dibujado tantas veces tus esperanzas que cuando la ves de cerca se te caen hasta los palos del sombrajo...besos.
Quien conoce los secretos de la luz, sabe iluminarse con una sonrisa, con unos ojos (incluso antes de haberlos visto)
muy bonito
Genial, Dulcinea. Si te leyera ahora él, seguro que se le volvía a caer el carboncillo.
:)
....que envidia de paseos por la playa....
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